Sobre los premios y las pasiones y lo que deberíamos intentar


"¿Qué quiere decir el nombre? Una garantía para eso que todavía se llama mañana, ese monstruo con la cara tapada que se niega a dejarse ver y dominar" (Los premios, Julio Cortázar)


Tenemos pasiones que con el paso del tiempo vamos a ir olvidando. Pero este experimento que llamamos vida, solo admite un sujeto por vez: yo. Así que debería cambiar de opinión, rápido. Digo, entonces, como único sujeto experimental que puedo llegar a utilizar para el pensamiento: por efecto del tiempo voy olvidando mis pasiones. Por ejemplo, las novelas de Cortázar. Antes las citaba hasta para ir al baño, ahora prácticamente se me olvidaron todas, a excepción tal vez de Los premios, ese viaje en un crucero de cuarta, que más que un premio era un castigo. Algo así se siente en este momento de la vida. Estoy como en un crucero encayado en un mar barroso, como las costas de Tijucas, en Santa Catarina. Un lugar como de frontera, de baja expectativa, de personajes todavía por ser delineados o transformados por completo. Solo una certeza, la de que debería seguir un movimiento. Es fácil hacer un rápido análisis del presente, hoy. Los motivos de cada bamboleo, la resistencia contra las injusticias siempre al orden del día, los caprichos inhumanos de la ultraderecha, y todas esas malas ficciones que describen territorios de fantasía que son como el patio de una casa clase media, un domingo de fideos con tuco y familia. El crucero como un presente que debiera ser movimiento perpetuo, amplitud de horizonte. Pero no, es más bien un barril estancado en el fondo de una historia que es lodo espeso. Esperar por una propuesta estimulante para poder volver a puerto seguro, pero sin repetir episodios fallidos. Quiero decir, el sujeto experimental reacciona con cierta lógica, insiste con lo que funcionó bien en el pasado. Lamentablemente su memoria a veces es una manta corta, con falta de entrenamiento. Por lo que habrá un segundo momento en que no alcance solo con eso. La lógica y sus limitaciones. ¿Cómo construir un crucero que sí llegue a buen puerto y pueda seguir funcionando en el futuro, sin volverse dogma redundante, museo arqueológico, vigilante de reserva natural de ideología en vías de extinción? Un gran premio. Imagino una respuesta en boca de un sujeto experimental, que deberá evolucionar hacia otra cosa, un nuevo nosotros, donde todos los mares puedan ser surcados, donde los premiados y las premiadas realmente logren torcer el rumbo hacia algo con sabor a futuro vivible. Decir futuro, insisto, es imaginar un lugar donde las viejas pasiones mudaron hacia algo más vivo.  Nuevas pasiones con el ADN del nosotros de siempre, con sus banderas nobles, el combustible del crucero. Y todos esos corazones derrotados tomando el puerto con la esperanza puesta en cada rayo de sol, en cada luz que disipe la neblina de esas mañanas confusas, en las que el sujeto experimental se sienta diluido en el sopor de la realidad que lo aplasta. Y ya va siendo hora, también, de cambiar esas metáforas  quemadas, y de sacudir las comparaciones de siempre. Desde la escritura se pueden inventar dispositivos mucho más estimulantes que un nuevo auto o un celular con mejor inteligencia artificial. ¿Y qué si no lo logramos? El sujeto experimental se irá hundiendo con su lógica, dentro del crucero que le prepararon como premio a su intrascendencia. Una cárcel que perdurará por haber aceptado sin chistar las prohibiciones y reglas de un juego manejado por emperadores de cartón, que están convencidos de la existencia de fuerzas divinas porque no pueden sostener un argumento con algo de coherencia. Esa pasión de convento, torpe y ciega, que hace el mayor daño en nombre de un orden que no entiende. Una pasión tan vieja como los pilares que la sostienen , como los pecados que dice castigar.

*Advertencia: el crucero "Malcom" que compartimos tiene algunas prohibiciones, como recordarán de la novela de Cortázar. Lo que sí se puede (y se debe) es cambiar en el transcurso del viaje, pero sin repetir desde el principio, ni soplar desde frases hechas por dogmas deshechos.

**Música de fondo camino a cualquier manifestación por las cosas que sabemos valen la pena:

*****,****:*****.***humildemente, Juan*****sujeto experimental*****


¿Por qué escribir?



Hagamos de cuenta que comienza una nueva etapa, con un nuevo año y que estamos lejos del lugar de siempre, la esquina de Francia y Garay, barrio Rivadavia. Estamos en una playa calurosa y paradisíaca, en un día perfecto. El agua del mar es tranquila y su temperatura ideal, cálida pero no sofocante. La escasa arena no termina de estar hervida, permite tirarse a tomar algo de sol. Eso sí, el astro rey despliega sus rayos que son impiadosos, es verano. Afortunadamente, este lugar idílico también regala una sombra natural, que viene de un árbol cuyo fruto es una suerte de nuez incomible. Digamos que este árbol está destinado a dar sombra, a mí, al resto de la gente, y a todas las especies que necesiten un descanso de tanto calor. Entonces me desparramo contra el árbol, con una cerveza fría en la mano, y me dispongo a bajar la temperatura del cuerpo, para poder seguir recorriendo el lugar. Y pasa lo que tiene que pasar. La vida y sus cosas, que siempre están ahí para dar su estocada, para marcar a fuego el alma de quienes quieran escuchar. Y yo escuché, pero primero ví. Dos mujeres trabajadoras del paraíso, con rastrillos y carretilla, juntando los restos de la fiesta turística, debidamente vendida con fotos de palmeras y mares cristalinos. Las mujeres sudan por el intenso calor. Tienen una zona de playa ridículamente grande para cubrir solo ellas dos, en todo el día, sin relevo y con un uniforme precario para protegerlas de los rayos del sol, un uniforme que pareciera estar diseñado para hacerlas transpirar mucho más. ¿Viandas? Una moto desvencijada, que en caso de llegar les provee de un vaso de agua, que a lo mejor llega a temperatura ambiente, ya que el motociclista tiene que alcanzar a todas las trabajadoras de la costa de la ciudad. Condiciones mínimas de supervivencia. Y si querés más, podés ir a un puestito playero a pedir caldo de caña, que en vaso cuesta lo que se paga un día de laburo. No hay paraísos en todo el mundo para quien tiene que trabajar, para quien nace del lado equivocado del la historia, ese 99% destinado a pagar el pato de la boda, a cambio de una ilusión improbable, ser cenicienta una noche de verano en ese mismo paraíso, pero desde el otro lado. Las mujeres son inmigrantes, además. Marginadas de todo tipo de derechos, porque solamente les corresponde dar gracias por ser aceptadas sin criminalizarlas por portación de acento. Y una le dice a la otra que ayudando a su hijo a estudiar, dio con unos versos del poeta Mario Quintana. Y la otra se acordó de la vez que le tocó limpiar en la plaza donde estaba la estatua de ese eximio poeta. Y se rieron como tontas de la casualidad poética en sus vidas con tan poco tiempo para esas cosas. Pero después la charla continuó, y una de ellas le habló a la otra de su trauma con la cerveza. Y de seguro que fue porque me vieron a mí tirado tontamente con una latita fresca. Entonces la historia fue contada, de manera directa y sin espacio para la victimización. "Mí ex esposo es el culpable de que no me guste la cerveza, creo. Porque una vez que volvió temprano del trabajo, me descubrió tomando un vaso de la botella que guardaba en el congelador de la heladera, y me dio en la madre con tal fuerza, que creo que es por eso que ahora cuando tengo una cerveza cerca no puedo evitar sentir arcadas". Luego siguieron su camino, y nosotros el nuestro. Aunque quisiera agregar un epílogo probable, en el que las dos mujeres se sientan a fumar mientras esperan el colectivo, y siguen su charla sobre la poesía de Mario Quintana, y entre risas y discusiones deciden escribir juntas el siguiente poema:

Estimado Mario Quintana:

Los obstáculos pasarán

y seguiremos siendo

los mismos pájaros

que alguna vez

lavaron sus alas

en el mar de Itapema,

y algún atardecer

bajará como azote

para darnos un madrazo,

será de noche

en tu limpia plaza

y nos reconoceremos

por última vez

para convivir

en ese espacio acuoso

unido al universo,

el mar donde

ya es en vano

flotar.


*Y espero que nos hayamos acordado de para qué hacemos las cosas que hacemos, y sigamos resistiendo y, sobre todo, escuchando.

Aguafuertes brasileras

 


HERÁCLITO EN CAMBORIÚ

¿Cómo era eso de que en los mismos ríos nos bañamos con el agua que cambia para otros tiempos mejores,

pero cuando volvemos ya no somos los mismos,

y lo más importante:

el agua tampoco?

Unos cientos de metros a nado

hasta sentir que ciertas cosas

quedaron atrás,

ansiedad de año nuevo,

aunque otras cosas quedaron por delante

y varias que nadan conmigo,

sobre mis hombros

sentir el peso

y que no se vaya,

pero después de ese tiempo

-siempre necesario-

el alivio de una certeza:

puedo cargar con eso,

con plantas y bichos

de un lugar

en su verdadero

lenguaje en extinción,

puedo contar con días 

de sospechosa autoayuda

en estantes de todo por 10 Reales,

al lado de una vela aromatizante

sabor maracuyá

y de un licor espeso 

que dice un gusto extraño

tipo guaiabada o guaiabeira,

y que se toma mucho acá

para aliviar las penas,

las mismas de siempre,

una noche de reveillon

antes del reviente

y los grandes proyectos,

como fuegos artificiales

del pasado mañana,

el mapping de un futuro

que devela ansiedad,

un cruel afiche

con esas cosas

escritas para enamorar

a posibles compradores

que miran el horizonte

no buscando puestas de sol,

sino vislumbrando yates

de lujo inalcanzables,

morros sin destino,

caminos espigados,

autos a sola firma,

drones de Dubai,

estafadores que se apuran

en amontonar las palabras,

cabalgatas en lomo de buey,

largas sonrisas sin alegría,

el sol del demonio de un bien pensante,

el dios y sus parientes

que dicen tener siempre la razón

a fuerza de asesinar corazones heterogéneos,

mismos ríos y diferentes,

con final feliz forzado,

a ver quién toma la copa más cara

o quién la desea más fuerte,

justicia meritocrática mediante,

brindis desigual

¡En Planalto el déficit es cero!

y hay mucha gente durmiendo

donde la policía militar la deja,

un agujero que no se ve,

el agua del río -Heráclito querido-

te puede ocasionar una diarrea

muy preocupante y expansiva,

siempre se está mejor a la sombra

aunque no seamos iguales,

por suerte no somos iguales,

¿cómo era el remate:

somos y también no somos?

ellos y yo sin luna,

desalineados

buscando olvidar el carnaval,

caretas en piso arenoso,

no somos y, de vez en cuando,

por ahí,

algo,

deseo con delineador

¡push up!


AÑO NUEVO

(Cristina Peri Rossi escribió:

La literatura me mató

pero te le parecías tanto)

Año nuevo: fiesta cero,

los cambios de humor

como de carril en carril,

ruta abarrotada,

un balneario cheto,

fuegos, juegos, vuelos,

espuma del desierto,

saltos en agua hervida de meo,

ropas blancas,

temporada de lluvia,

barro arenoso en Woodstock de Camboriú,

la soledad de las multitudes,

primer mundo

tercer mundo

autos asaltando espacios peatonales

apurados por llegar al mismo lugar

desde el cual salir al otro día

para estar ansiosos por volver,

otra vez,

pastillas mediante,

insomnio durante,

de pronto un golpe

y todo acaba

y el año que viene también.


BOSQUE DA MATA

Esos lugares,

perdón,

tachar,

no lugares

expresión de día de lluvia

y con calor,

y que mejor

pisar charcos

Verdad: hay dos formas

de pisar un charco

1) pasos de hombre

agresivos y salpicadores

2) deslice con fluidez

ideal para no romper 

ojotas y mantener 

el ritmo calmo.

El no lugar se construye

a espaldas del mercado.


La plaza del charco grande 

tiene la foto de un caimán

que claramente es mentira,

pero sirve para mantener

a lxs niñxs en la orilla,

lugar donde la intensa lluvia

envuelve los árboles

de manera que

1) se pase bien la tarde

debajo de una rama,

fumando en soledad

2) se huela algo intenso,

mezcla de hierbas 

que vaya a saber,

entonces el charco

es su ecosistema,

ayuda a seguir

un camino agradable

que no tengo idea

cómo va a terminar


(Juan Villoro escribe:

Ahí estuvimos todos. 

Todos los que después no sucedimos)

...hasta que: aparición,

el joven de sonrisa plena

y ojos claros como el mar

"Vengo de Río Grande do Sul

buscando una changa

¿tenés un cigarro?"

Y yo le sonrío

y nos reímos los dos

y se larga a llover mucho

y no tenemos el mundo

pero lo sabemos caminar

pisamos donde hay que pisar

olemos donde hay que oler

cogemos donde hay que coger


¡Ah! sí, llovió como la mierda

y me tomé ciento diez y pico de birras

porque por acá casi que ni le ponen alcohol

(ojalá hubiera sido tan así

porque la cerveza sale un huevo

y lo que más sale es mate

mientras en los extremos 

de cada calle de Tijucas

el futuro se vende 

en burbuja inmobiliaria

a futuro,

morros enteros y loteados

en pagarés

que sueñan Dubai o Miami

con la pesadilla oculta

que se paga en sangre

que baja favelera,

la foto es un piso entero

para la familia

que se levanta temprano

a esconder su psicosis

entre palmeras

y tablas de surf.



Continuará...




El príncipe de Persia

Saltar, pasar en zigzag. Supongamos que un príncipe Persa cierra los ojos mientras le cae una bomba en el medio de la cabeza, y todo estalla...