Estoy intentando vender un libro de poesía



Estoy casi seguro de que un libro de poesía es un artefacto imposible de vender. Sobre todo si al autor no lo conocen más allá de la esquina de Francia y Castelli, en el queridísimo barrio Rivadavia, donde tampoco se suele hablar mucho de poesía. Y es lógico porque hay otras cosas mucho más importantes, y porque devino la debacle mundial del coronavirus, se murió Maradona y parece ser que ahora los alfajores de Mar del Plata son transgénicos. Entiendo, no es el momento para salir por las calles con este artefacto tan extraño, para ofrecerlo puerta a puerta por tan solo $300. Tampoco tengo la capacidad monetaria como para contratar un equipo de promoción, que pegue afiches por las calles, que bombardee las redes sociales, que prepare una presentación con "todos los protocolos" (que en verdad son un par de cosas nomás: usar barbijo, lavarse las manos, mantener distancia y ventilar los espacios cerrados) y con hermosas fotos de un autor que no es muy simpático, y que mucho menos es fotografiable. La verdad, mi capacidad monetaria alcanzó para imprimir algunos ejemplares que agradezco enormemente a Walter Paez y Cristian Habarna, responsables absolutos de la creación de este librito lleno de poemas que se llama: PARA MORIR UN DOMINGO. Recomiendo su lectura un día domingo, y de ser posible que la lectura sea en el inodoro, son el tiempo y el lugar perfectos para transcurrir estos poemas que van desde la desesperación de un aspirante a escritor, hasta la reflexión sobre un pasado que ya no se recuerda y un futuro que es tan incierto como el precio del bife ancho. Poemas llenos de deseo y amores mal encaminados. Y sobre todo poemas que se preguntan sobre el lenguaje y sus posibilidades, desde acá nomás, desde esta vereda de siempre, en la que hoy pegó un poquito del sol de fin de otoño. Pero mejor que el libro se defienda por sí mismo, y yo me dedique a venderlo como si estuviese en un infomercial...
Y lo primero que hay que decir es ¿No estás cansad@ de sentarte en una silla despareja, algo que paga tu espalda y tu humor en la mitad de semana? Llega PARA MORIR UN DOMINGO, un artefacto ideal para nivelar las patas de tu silla:

¿Estás apurad@ por ir al baño, no aguantás más los retorcijones y se te terminó el papel higiénico? Llega PARA MORIR UN DOMINGO, un artefacto perfecto para limpiarte las partes más sucias y olorosas del cuerpo:

¿Tenés un agujero en la ventana y te enteraste que en la vidriería están cobrando en libras inglesas? Llega PARA MORIR UN DOMINGO, un artefacto especialmente diseñado para cubrir las roturas en las ventanas de cualquier hogar:

¿Es domingo a la tarde y no tenés dónde apoyar tu equipo de mate? Llega PARA MORIR UN DOMINGO, un artefacto pensado para proteger otras cosas que sí importan:

¿Te dejaron de garpe, no hay suerte hace meses en las aplicaciones de citas, es sábado a la noche y ya te clavaste todas las series de las plataformas más populares y de las alternativas? Llega PARA MORIR UN DOMINGO, un artefacto que te acompaña en las noches más solitarias, porque también está hecho de ese mismo material:

Ya sabés, hay un ejemplar de PARA MORIR UN DOMINGO esperándote. Lo podés conseguir con un simple mensaje de Whatsapp al siguiente número: 2235466110 ¡LLAME YA! (para los primeros cien mil llamados acompañamos el artefacto con un pañuelo descartable, por las dudas que se te escape alguna lágrima)

Sin más, vuelvo a agradecer a Julieta Lennon por la fotografía de la portada, que quedó genial. Y va el poema que da nombre al libro, como adelanto de lo que vendrá si te decidís a leerme:


                                                             Fiebre de muerte

Es raro esto de estar tan solo, muriendo,
no es que no me entusiasme,
pero podría sonar viernes 3am de fondo

Un vaso de algo, es costumbre,
el goteo del baño roto,
un gato rascando los muebles,
tu semen en el celular

A lo mejor, Michael Landon en la tele,
la fiebre lo hace salir de la pantalla,
dos o tres sueños sin sentido,
la imagen de los santos pecadores,
una barca en la oscuridad
y todo el mundo remando 
en procesión

"Y llevás el caño a tu sien",
pero no hay para caños,
continuar de alguna manera,
sangre no quiero, ya vi mucha;
llanto menos, demasiados mares;
¡Fuego! Horrible fuego...

tarde de lunes...

martes agonizando...

jueves por la madrugada,
todavía cuesta,
pero estoy en camino,
otra vez,
para morir un domingo
 

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