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Mostrando las entradas de 2023

Lunática anomalía magnética

Uno de mis cuñados me explicó su rutina de ejercicios para poder combatir con eso que tanto nos pesa, la culpa por disfrutar tanto del fernet. Bueno, resulta que él le encontró la vuelta con un entrenamiento que me detalló, pero que lamentablemente no pude retener. Aunque sí me acuerdo de uno de los ejercicios que resulta bastante simple pero agotador, como la mayoría de las cosas de la vida. Se trata de hacer movimientos de traslación, de un lado hacia el otro, manteniendo una postura determinada. Primero se empieza bien despacio, y luego se aumenta la velocidad. El nivel final se alcanza entrelazando las piernas con una suerte de elástico que comprime la postura, hace que las extremidades -que luchan por alejarse- se acerquen más. Uno se esfuerza por separar lo que la soga elástica quiere unir. Se me ocurrieron varias comparaciones o medio metáforas que vienen a cuento de este ejercicio. Y la verdad es que un poco suele suceder eso con la gente que uno más quiere, y que a lo mejor se

Ideas para una historia de fin de año

“Las palabras son testigos que a menudo hablan más alto que los documentos” (Eric Hobsbawn, La era de la Revolución )   Estoy escribiendo una historia que tiene su punto de partida en un fin de año cualquiera. En realidad, no tan cualquiera, porque la intención es que sea un relato de (otra) época – acá hago la aclaración porque para mí nunca bastó con decir que una historia es de “época” para referir a un pasado determinado, faltaría aclarar que es una historia de una época que no es esta de hoy, sino que viene del ayer, de un ayer arquetípico, que va a venir acompañado de modismos y vestimentas y carruajes fáciles de imaginar a la hora de pensar en un pasado, que puede o no ser mejor para hacer funcionar una historia -. Más precisamente, ese instante en la Historia en la que se chocan los dos cráteres a los que refiere el historiador Eric Hobsbawm cuando habla de la era de la revolución: 1) La revolución francesa 2) La revolución industrial. El personaje principal sería un habi

FALTÓ ALGUIEN QUE EMPUJE (la única vez que vi a mi tío jugar)

  En esta historia, que no me pertenece, hay un comienzo que podría considerarse la verdadera historia. Porque el grado cero es el siguiente: una mañana corriente como cualquiera de las que gastamos sin recordar, recibí una carta. En otros tiempos pasados, esto sería un detalle. Pero hace tantos años que no recibo cartas, que la sociedad no escribe cartas de puño y letra, que el hecho resulta casi fantástico. Hay (des)honrosas   excepciones, como las cartas documento que traen pésimas noticias, y los resúmenes de tarjetas que van por ese mismo lado indeseable de la escritura. Por lo general, tienden al abuso de un registro formal que ya no existe, y ese es quizás su único atributo, ser las depositarias de un registro en extinción, como una suerte de resto de animal prehistórico preservado para las siguientes generaciones. Entonces me tomé el tiempo, el lugar y el contexto necesarios para la lectura de esa pieza única. Como arqueólogo de historias, la lectura es más bien un degustar cad

Sabor a fin de año

“Ciertas cosas tienen sabor, aunque no hayan pasado por nuestra boca: el ruido cuando nos sacan una radiografía, la luz de la linterna contra nuestra pupila, el golpe seco de los dedos del médico contra nuestra espalda, el orden impecable de esos armarios de vidrio de enfermería” ( Puras mentiras , Juan Forn) Para restaurar correctamente, reinicie el sistema. Qué fácil que resulta hacerle eso a una computadora, ¿verdad? Pero cuando se lo lleva a la vida práctica de cada uno de quienes todavía respiramos este mal aire, la cosa se complica. Digo, la decisión no resulta nada fácil de tomar, porque lo que genera la rutina/sistema es un acostumbramiento que es un narcótico muy potente. Nadie quiere deshacerse de ese efecto, para nada. Todo lo contrario, es la droga perfecta para hacer de la vida algo digno de saborear. Y no es que hable desde la punta del Everest, para nada. Me encuentro tan narcotizado y adicto como el que más, enganchado a este fentanilo que es el día a día. Con esas pe

Un mismo cuadro

Pasaron cinco años -con sus días y sus interminables noches- de la última vez que nos vimos, y desde ahí se confirmó -o mi figura de relector obsesivo lo hizo- eso de que los recuerdos tienen partes no lineales que son solidarias entre sí, porque se unifican hasta volverse un bloque homogéneo, y como soy sudamericano no pude dejar de evocar ese cuadro irreal con la devoción de un desolado, desesperado y respetuoso guardián de la jerarquía, aunque a veces sueñe con mi propia revolución, como cuando éramos más jóvenes y sí estaba presente la idea del Hombre Nuevo, y Fidel nos hablaba desde las escalinatas de la UBA, y el Che se nos pegaba en las carpetas con esa mirada filosa de quien no piensa transar sus ideales, pero pasaron esas noches de mierda y transás…   Nos podría echar la culpa pero no cuento con tu consentimiento, una vez pensamos que éramos casi felices y salimos a caminar por Jara y había demasiada gente dur

Realidad

Voy a escribir una esperanza que, por cierto, nunca solicité. Realidad. Lunes. Estado tipo escritura de fax ¿Qué no saben lo que significa? A lo mejor sea hora de volver a la comunicación más antigua que recordemos. Sí, ya sé que andamos flojos de memoria. Totalmente de acuerdo. Eso de que empieza un nuevo infierno. Ojo, tiene la excitación de la novedad. Emocionante. Como cualquiera de mis relaciones que no resultaron. Resultados. La crueldad de la matemática cuando se te pone ortiva. Nunca fui bueno para despejar la “x”. Con la “y” tampoco resultó mejor. Despejar cosas no es fácil. Habría que intentar mirar mejor. Ya sé, es tarde. Ayer casi que ni dormí. Es que tuve un sueño: …Un tipo que se levanta cualquier mañana, se pone un pantalón rajado en la entrepierna, va hasta el baño a lavarse la cara, descubre unas ojeras prominentes, se lava los dientes con una rodaja de limón, no se puede afeitar porque está como metido en la novela de Orwell 1984 , una pantalla lo llama a que se pon

Mitad

Está lloviendo ahora sobre toda esta ciudad y son las 12:30 pm a lo largo y ancho del Meridiano de Greenwich y yo he crecido entre gente que es joven y gente que no es joven entre autos, papeles bond o bulky, artefactos y escaleras artefactos y clientes. Y avisos de la desesperación o la locura. ( Paradero , de Juan Ramírez Ruiz)   Podría decir que la poesía existe para que me den ganas de tirarme del octavo piso del edificio en el que (no)estoy viviendo ahora. Mejor dicho, en el edificio donde estoy muriendo desde hace rato. Como una banana que se pasa de su madurez, y que empieza a despedir un olor rancio de otros momentos, de otras décadas. Una mala comparación de un mal escritor. Pero créanme, es lo mejor que me sale, esto de sentarme a morirme o escribir. Para el resto de las cuestiones me considero mucho menos que mediocre. A excepción, tal vez, de lavar los platos, una actividad que sintetiza como sinécdoque, porque ese coso vale por todos los cosos que se ensuci

Cable a tierra

Hay momentos en que la vida nos deja desamparados, y eso es una afirmación difícil de rebatir. De vez en cuando, si se tiene suerte, pasa alguna cosa que nos deja sin explicaciones, sin argumentos, sin fuerzas para seguir lo que comúnmente hacemos (casi)todos los días. La rutina pierde su sentido, los placeres de la vida no se pueden saborear, la angustia le gana a todo por goleada. Confieso que cuando me ataca esa mala enfermedad, suelo aferrarme a la primera parte de En busca del tiempo perdido de Proust. Y no lo digo con orgullo de lector, o por esnobismo de tres cuartos, sino porque es así y punto. Cada quién tira su cable a tierra donde puede, ¿no? Hubo un tiempo que lo hacía viendo algún partido de fútbol o una comedia en la tele. Pero desde hace años que no tengo televisor, y que mirar cosas por la computadora es todo un trastorno, es un artefacto que tarda mucho en prender, las páginas a veces se caen como así también internet, y además soy de la generación de “El mundo de Dis

Lo lamento mucho

  Ay lo lamento mucho Mientras me fumo un pucho (Marilina Bertoldi, "Pucho") Para que exista cualquier cosa nueva, aunque sea una cultura, una manera de ver el mundo, una manera de filtrar eso que alguna vez decidimos llamar vida, es necesario ponerla en palabras, necesario hablar de eso. Mejor hablar de ciertas cosas, sería la relectura de ese ya viejo tema de SUMO. En otros tiempos lo indicado era sugerir, tal vez, desde la elipsis. Qué se yo, ser poético por ese lado. Advertencia 1: no se es más poético o menos poético por abusar de las elipsis. Eso de dejar todo como en suspenso, de esconderse detrás de las palabras, no lo es todo en la creación artística. En el presente, tal vez, todas las cosas pasen al mismo tiempo, y eso tenga un sentido, ofrezca una manera de identidad. Hablemos. Contemos todo. La semana pasada, en el mismo día, desde una pantalla de bar de la avenida Jara, se vieron imágenes presumiblemente contradictorias. Por un lado, centenares de personas copand

Psicología barata y zapatillas de lona

Ejercicio de psicología barata y zapatillas de lona: pensar siempre en el ahora, porque el futuro es el hogar de la ansiedad, y el pasado la casita de la angustia. Pasa que habría que poner algún tipo de advertencia, porque no vaya a ser cosa que termines chocándote con la misma piedra una y otra vez, y todo por no haber prestado un poquito de atención a ese pasado, siempre amenazando con una depresión. Y por ahí, para no pasar como un frenético ansioso, te olvidás de que el mes que viene es el cumpleaños de alguien importante en tu vida, y como no quisiste adelantarte, bueno, se te olvidó y te fuiste de viaje. De todo esto podemos sacar la conclusión de que, ok, el presente y nada más puede funcionar como refugio en ciertas ocasiones en las que los demás tiempos nos juegan en contra. Pero no se puede vivir encerrado en la burbuja del aquí y ahora. Y atención, digo que no se puede. No estoy diciendo que no se debería. Es algo distinto. Por ahí es aceptar que el presente es tricapa, o

Donde dice indignación, debe ir bloqueo

Esto, a lo mejor, no tenga nada que ver con esta historia. Ni con cualquier otra historia. Tal vez se trate de algo que contenga todo junto en un sí mismo , que voy a tratar de desarrollar. Podría decir, como suele sucederme, que todo comenzó en una lectura. Pero no fue tan así. Creo que en verdad, más que de una lectura fue de escuchar una música que nació esta intención de volver a pulverizar una página en blanco…esa maldita metáfora del bloqueo del escritor, esa duda eterna de si este súper poder medio pelo desapareció entre el día y la noche de ayer, y cómo carajos volver a recuperar ese camino, pero sobre todo ¿para qué?...una falta de respeto a la historia entera de una literatura que no es la mía, o que no termino de comprender del todo. Bueno, a lo mejor no hay mucho que comprender, a lo mejor la literatura es un poco no comprender nada, que las cosas queden ahí expuestas de alguna manera, y que poco termine de cerrar del todo. Eso, que la cosa siga, que un camino / una lectura

El sol del futuro

  “Esta es una época apta para el apocalipsis” (Leónidas Lamborghini) No te asustes, las cosas no son tan así. Regla número 1: no hay que tomar tan literal cada frase que escribe alguien, un buen día de la semana que lo inspira por alguna razón, y entonces pasa lo que tiene que pasar…pero después no es tan así, porque uno necesita, en todo caso, que el mundo no se vaya al carajo por unos días más, para que algún lector / alguna lectora pueda llegar a leer esa gran frase, una que adelanta lo inevitable de un razonamiento que ya razonaron un montón de otras personas, pero se olvidaron de utilizar en un texto. Caramba, y se sufre esa sensación tan genial del “se me podría haber ocurrido a mí”. Y claro que no es verdad, pero a veces el escritor / la escritora da en el clavo, y da tanto en el centro que se acerca mucho a lo que uno tenía en la punta de la lengua y…Es posible que entre la rutina y los debates presidenciales, el cerebro llegue con lo justo a fin de mes, y que haga más falta